Y sí, después de casi 4 meses por fin logramos reunirnos de nuevo, esta vez decidimos conmemorar la ocasión con desayuno (que en realidad ya parecía almuerzo por la hora) y que incluyó jugo de frambuesa, té, pie de limón, pastel de panqueque y chocolate y una pasada por Starbucks (okok…somos tentados), además del registro fotográfico correspondiente y la entrega de los regalos navideños atrasados… (yo feliz con mi libro y espero q hayas quedado contento con el te)
Dentro de nuestra absolutamente ilógica forma de llevar la amistad que tenemos, hay algunas reglas básicas de cómo mantenerla a pesar del poco tiempo disponible… por alguna razón nos tenemos una confianza que para quienes no nos conocen, sería hasta raro la forma sin filtros de hablar de todo lo que pasa por nuestras mentes y las carcajadas escandalosas para cuando nos damos cuenta (tarde como siempre) de lo que nos hemos dicho (fue demasiado notable eso de que te dieron cositas…) hasta el hecho de no vernos demasiado seguido y no es que no queramos vernos, lo que pasa es que nunca nuestros tiempos coinciden (pero eso no implica perder el contacto de nuestras historias)
Y cada vez nos vamos sorprendiendo más de nuestras similitudes como personajes particulares, como las vueltas de la vida nos han unido, como cada uno aprende del otro (y de las estupideces que realiza)
El próximo encuentro ya está planeado (y tiene una fecha estimada) el lugar también… un rincón de sopas en una callecita de nuestro Santiago…
Como siempre, me cuidas.
Como siempre, te cuido.
Como siempre, nos cuidamos.
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